El reparto La Campanera es un complejo habitacional de El Salvador nacido en el municipio de Soyapango durante la postguerra. Desde principios de siglo, La Campanera ganó fama como una de las áreas más conflictivas del Área Metropolitana, debido a la presencia de pandilleros del Barrio 18. En La Campanera vivieron algunos de los líderes históricos de esa pandilla, como Ernesto Mojica Lechuga, 'El Viejo Lyn'. Era un bastión de ese grupo criminal. El director franco-español Christian Poveda filmó ahí su documental La Vida Loca, en el que se retrata la vida y muerte de miembros de esa pandilla. Poveda fue asesinado tras la publicación de su película, en 2009, por miembros de ese grupo criminal. Esa colonia de más de 10,000 habitantes, compuesta por una ancha calle de 600 metros de la que salen angostos pasajes flanqueados por más de 2,100 casitas, ha sido por años parte del decálogo nacional de zonas prohibidas para quienes no habiten ahí. Tras la división de la pandilla Barrio 18, alrededor de 2005, por disputas de dinero y control entre los líderes, La Campanera quedó bajo el dominio del Barrio 18 Sureños, la pandilla que por décadas controló la mayor parte de Soyapango.
Desde hace casi un año, tras el inicio del Estado de Excepción impuesto por el Gobierno de Bukele, y que ha encarcelado injustamente a miles de salvadoreños, los habitantes de La Campanera empezaron a notar cambios en su vida cotidiana. En medio de patrullajes constantes durante el inicio del régimen, alrededor de finales de marzo de 2022, los vecinos volvieron a la cancha a ciertas horas del día; pero no fue hasta el 3 de diciembre cuando, con la militarización de Soyapango, la comunidad volvió en pleno a una vida afuera de sus casas que por décadas estuvo restringida tras el ocultamiento del sol, e incluso antes si había crispación entre los pandilleros.
Ahora, a casi tres meses de tener a militares y policías permanentemente en sus pasajes, los habitantes de La Campanera dicen que viven una nueva vida, han recuperado espacios, piden pizza a domicilio, juegan por las noches en la cancha. Ha habido detenciones de personas que no tenían relación criminal alguna con la pandilla, admiten muchos de los vecinos. 'Un día la Policía se llevó a uno de los muchachos de la escuela de fútbol por suerte estaba estudiando en la universidad y pudo demostrar que no pertenecía a las pandillas, pasó como un mes detenido en el penal de Izalco', dijo uno de los organizadores del torneo de fútbol de La Campanera. Pero aún así, por contradictorio que suene, el ambiente en esa colonia militarizada es ahora de tranquilidad. En esta extraña normalidad, conviven hechos que otrora era inimaginable unir: niños jugando en el parque de noche, militares cercando la colonia, muchachos jugando fútbol bajo la luna, una patrulla parqueada con los vidrios abiertos, nuevos negocios que abren, varios arrestos injustificados.
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